A continuación van algunas reflexiones breves y por tanto acotadas de 2 temas por demas complejos y polémicos, la falta de vacantes en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires y los subsidios a las escuelas privadas.
Si se parte de la premisa, en clave de sentido común, que la educación en escuelas privadas es de mejor calidad que en las escuelas públicas resultaría sorprendente no estar de acuerdo con la siguiente conclusión, que el estado debe realizar los esfuerzos necesarios para igualar las calidades en pos de igualar las posibilidades futuras de los jóvenes que concurren a la escuela pública, o dicho de otro modo, la política en términos educativos debe estar dirigida principalmente a mejorar la educación que se produce en la escuela pública.
Hasta aquí seguramente estemos razonando en forma similar, las complicaciones aparecen cuando se da un contenido concreto al concepto de calidad educativa, se especifica cómo se realizará la comparación entre escuelas públicas y privadas, qué escuelas públicas contra qué escuelas privadas se realizará la confrontación, también existirán desacuerdos en cuáles son los esfuerzos necesarios, cómo se expresan en políticas, acciones concretas, con qué objetivos, con qué profundidad, entre otras tantas consideraciones de especial interés, que configuraran visiones en permanente conflicto.
Hagamos el esfuerzo por dejar de lado lo expresado en el párrafo anterior por un momento y leamos el siguiente trabajo de la Dirección General de Evaluación de la Calidad Educativa del GCBA, disponible aquí.
En este documento se muestra con cifras oficiales algo que los docentes en general sabemos por nuestro trabajo diario en las escuelas, que en las escuelas públicas hay más alumnos por establecimiento, por curso y por docente que en las escuelas privadas, que en la zona sur se concentra la mayor proporción de alumnos en la escuela pública y que en la zona centro-norte las escuelas privadas tienen mayor relevancia, consecuentemente los alumnos de la escuela pública son mayormente de ingresos bajos y provienen de hogares donde el nivel educativo alcanzado es secundario incompleto, lo contrario ocurre con los alumnos de las escuelas privadas.
Por lo expuesto y como consecuencia, no lineal ni directa, pero si reflejando las condiciones de vida, las oportunidades económicas y las trayectorias familiares, se observa que las escuelas privadas retienen mas proporción de alumnos que las escuelas públicas. En otras palabras, por motivos fundamentalmente económicos y sociales, como permite observar el documento, de cada 2 alumnos de la escuela pública 1 termina la secundaria y otro no.
Por lo expuesto anteriormente, y volviendo al punto de inicio, si a las escuelas privadas asisten jovenes con ingresos medios y altos, con niveles de instrucción familiares mejores, si ademas en estas escuelas es menor el abandono y la retención escolar, entonces la política educacional debería enfocar fundamentalmente en la construcción de escuelas dentro la zona sur de la CABA, por 2 motivos. El primero, no sobrepoblar aulas con alumnos, el segundo, estrechamente ligado al anterior, permitir el trabajo más personalizado de los docentes.
En pocas palabras, no sobran pibes en las escuelas del sur, faltan escuelas, faltan cargos docentes, faltan políticas de retención escolar, parece insuficiente lo realizado, falta inversión a gran escala. En ese sentido, el financiamiento se podría conseguir de reducir o eliminar los subsidios a las escuelas privadas, es decir, destinar los recursos donde son más necesarios, donde igualen las posibilidades, y sacarlos de los destinos donde profundizan las desigualdades que engendra la sociedad actual. Los subsidios son una enorme masa de dinero que profundiza la desigualdad y debilita la escuela pública por desfinanciamiento, es decir, si las escuelas privadas son mejores una causa fundamental son los recursos materiales, dinero, con el que cuenta, que proviene de 2 fuentes el subsidio y el arancel. Fortalecer la escuela pública con recursos o debilitarla es una decisión tan política como pagar un subsidio.
Si se parte de la premisa, en clave de sentido común, que la educación en escuelas privadas es de mejor calidad que en las escuelas públicas resultaría sorprendente no estar de acuerdo con la siguiente conclusión, que el estado debe realizar los esfuerzos necesarios para igualar las calidades en pos de igualar las posibilidades futuras de los jóvenes que concurren a la escuela pública, o dicho de otro modo, la política en términos educativos debe estar dirigida principalmente a mejorar la educación que se produce en la escuela pública.
Hasta aquí seguramente estemos razonando en forma similar, las complicaciones aparecen cuando se da un contenido concreto al concepto de calidad educativa, se especifica cómo se realizará la comparación entre escuelas públicas y privadas, qué escuelas públicas contra qué escuelas privadas se realizará la confrontación, también existirán desacuerdos en cuáles son los esfuerzos necesarios, cómo se expresan en políticas, acciones concretas, con qué objetivos, con qué profundidad, entre otras tantas consideraciones de especial interés, que configuraran visiones en permanente conflicto.
Hagamos el esfuerzo por dejar de lado lo expresado en el párrafo anterior por un momento y leamos el siguiente trabajo de la Dirección General de Evaluación de la Calidad Educativa del GCBA, disponible aquí.
En este documento se muestra con cifras oficiales algo que los docentes en general sabemos por nuestro trabajo diario en las escuelas, que en las escuelas públicas hay más alumnos por establecimiento, por curso y por docente que en las escuelas privadas, que en la zona sur se concentra la mayor proporción de alumnos en la escuela pública y que en la zona centro-norte las escuelas privadas tienen mayor relevancia, consecuentemente los alumnos de la escuela pública son mayormente de ingresos bajos y provienen de hogares donde el nivel educativo alcanzado es secundario incompleto, lo contrario ocurre con los alumnos de las escuelas privadas.
Por lo expuesto y como consecuencia, no lineal ni directa, pero si reflejando las condiciones de vida, las oportunidades económicas y las trayectorias familiares, se observa que las escuelas privadas retienen mas proporción de alumnos que las escuelas públicas. En otras palabras, por motivos fundamentalmente económicos y sociales, como permite observar el documento, de cada 2 alumnos de la escuela pública 1 termina la secundaria y otro no.
Por lo expuesto anteriormente, y volviendo al punto de inicio, si a las escuelas privadas asisten jovenes con ingresos medios y altos, con niveles de instrucción familiares mejores, si ademas en estas escuelas es menor el abandono y la retención escolar, entonces la política educacional debería enfocar fundamentalmente en la construcción de escuelas dentro la zona sur de la CABA, por 2 motivos. El primero, no sobrepoblar aulas con alumnos, el segundo, estrechamente ligado al anterior, permitir el trabajo más personalizado de los docentes.
En pocas palabras, no sobran pibes en las escuelas del sur, faltan escuelas, faltan cargos docentes, faltan políticas de retención escolar, parece insuficiente lo realizado, falta inversión a gran escala. En ese sentido, el financiamiento se podría conseguir de reducir o eliminar los subsidios a las escuelas privadas, es decir, destinar los recursos donde son más necesarios, donde igualen las posibilidades, y sacarlos de los destinos donde profundizan las desigualdades que engendra la sociedad actual. Los subsidios son una enorme masa de dinero que profundiza la desigualdad y debilita la escuela pública por desfinanciamiento, es decir, si las escuelas privadas son mejores una causa fundamental son los recursos materiales, dinero, con el que cuenta, que proviene de 2 fuentes el subsidio y el arancel. Fortalecer la escuela pública con recursos o debilitarla es una decisión tan política como pagar un subsidio.
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